31 octubre 2007

Beso

Basta con detener el mundo
que se inicie el vals de la caza,
que la tierra se impregne
con un fuerte olor a granada,
para acercarnos un poco más...
Las puertas del cielo se entreabren,
Ganímedes porta la ambrosía de los Dioses
¡Bebed y marcad de sangre el borde!.
Los muros de Camelot
se reconstruyen mágicamente,
entre sus blanquecinas calles
un jinete pierde la vista,
En lo alto, un dragón alado
lanza bocanadas de fuego
que descienden al primer circulo
tragadas por un volcán.
Un mar de lava se desprende
arrasando la suave pradera,
los montes y las serpientes.
Cuando llega la calma
todo resucita entre las cenizas
de una hoguera de incienso
mientras el ciclo vuelve a empezar.

29 octubre 2007

Besando a Jakobson

Nadie después de ser besado vuelve a ser el mismo, porque, aunque tratara de negarlo o retroceder el tiempo, el beso sin lugar a dudas es una de las más profundas subjetividades que trastoca las vértices del individuo. El beso que nos interesa en este post es aquel que va más allá de un simple roce de labios o mejillas como muestra de saludo, bienvenida, agradecimiento o encuentro casual; el beso de nuestras pasiones es aquel trastoca voluntades y temporalidades, el beso profundo que erotiza los cuerpos el que desata una tormentosa y variada respuesta.

El besar parece un acto exclusivamente humano, aunque los mismos hombres se empeñen en extrapolarlo a otros niveles, por ejemplo, como cuando un perro nos lame. Tan profunda es la introspección que genera este acto que hablar de un primer beso se ha transformado en un requerimiento social. Un evento que sin lugar a dudas roza en lo pavoso, que más que recordar debería ser desterrado al olvido porque todo primer beso fue FEO, aunque posteriormente pretendamos divinizarlo en el recuerdo, podría decirse que eso no fue un beso sino una experimentación, un impulso, una prueba, aparentemente, superada.

Por lo tanto, podríamos decir que el besar posee ciertas implicaciones sociales e individuales ya que necesitamos del Otro para besar. Los auto-besos no existen. Para que el beso exista deben encontrarse dos bocas deseosas de placer y dispuestas a vincularse en medio de una cadenciosa danza del dar y el recibir. Aunque debemos estar claros que puede existir la posibilidad de que uno de los implicados no esté dispuesto a participar, como es el caso de los “besos robados” en donde el que besa goza el doble porque disfruta de la adrenalina que desata, el beso, y el resultado, sea este la continuidad del acto o el dolor de una cachetada. Es que por sólo por besar algunos dicen dar la vida debido a que este es uno de los actos más placenteros que existen. Así que, sea feliz, bese cuánto su boca le pide. Olvídese del chocolate, del helado y hasta del alcohol, simplemente déjese besar y responda con la misma pasión como si se tratara de un último beso (no el de la canción porque a ésta la considero la mayor de las pavosidades, y que me disculpen los 007), el último beso del día porque lo increíble de todo es que los besos son adictivos.

Pero no podemos pensar que cualquiera puede besar bien. No nos caigamos a mentiras, el besar es cuestión de práctica y algunos no se destacan. Porque besar más que instinto es un ARTE, y por lo tanto poseedora de funcionalidades comunicativas y de un valor estético.

Veamos el por qué… y que Roman Jakobson nos bese en el intento.

El beso parte desde alguien que lo da a alguien que lo recibe, desde un Besador (emisor) a un Besado (receptor). La función emotiva se cumple en esta génesis emocional que requiere de la expresión de un sentimiento para existir, una fuerza íntima que mueve al ser humano a besar, una carga que debe ser expulsada a través de los labios.

La función conativa o imperativa, está orientada hacia el receptor del beso, en él se habrá de desatar las reacciones más imprevistas pero que cumplen con la intencionalidad del besador cuyo principal objetivo es influenciar al otro, y si es posible que sin darse cuenta haga lo que el emisor le pide. Las reacciones varían, se puede continuar besando o simplemente rechazar el beso pero ¿podemos ser neutros cuando recibimos un beso?, no lo creo, algo en nuestro interior se mueve, se transforma y hace que reaccionemos, algunos pueden disimular o controlarse, pero jamás dejar de sentir.

Todo lo que un beso genera forma parte de los referentes. Por besar se han escrito boleros, manuales, poemas; es decir, todo el contexto que lo rodea, y que forman parte de la Función Referencial. Acá habremos de incluir los besos anteriormente dados y recibidos, los feos besos de la infancia, los que por poco no devoran tu boca, los inolvidables, y para usted de contar.

La Función Fática se habrá de encontrar en el instante mismo en que esperamos la respuesta del otro. Acá el beso se interrumpe con una cachetada, o se prolonga en el deseoso acto de un ir y venir placentero que permite que ambos participantes intercambian sus papeles. Donde la eficacia depende de que ambos manejen el mismo código (Función Metalingüística), el intermedio donde una mirada dice mil cosas y donde el beso se convierte en otro beso, y en otro más.

Pero lo que hace del beso receptáculo de un valor estético como obra de arte es la Función Poética, aquella que se relaciona con el mensaje; es decir, con el beso en sí que construye su propia realidad, perdurable en el tiempo y envuelta en un delicioso placer, capaz de influenciar hasta a quien lo observa, y que hace de un simple acto algo universal.

En fin, pocas cosas son tan gratificantes como besar, por lo tanto, señores esta Hetera les dice: besar, besar, besar… que el mundo se va acabar

"No me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando..."

Oliverio Girondo (hacer click en el nombre para leer el poema completo)

26 octubre 2007

Sade


Incomparable sensación aquella
cuando se corrompe
la pureza de una hoja en blanco.
Una violación que termina
en una avalancha
de orgasmos destructores
pero que renace
una y otra vez
entre las letras y las frases
del creador ultraje.

24 octubre 2007

El sentido de llamarse Hetaira



El concepto de Hetera o de Hetaira (del griego ταίρα: compañera, amiga) designaba a las antiguas cortesanas griegas que gozaban de una privilegiada educación y nivel social. Algunas veces este nombre es utilizado como sinónimo de prostituta; mas, las hetairas, a diferencia de las putas, podían decidir dar o no placer a cambio de dinero o algún otro favor. Posiblemente el concepto más cercano  de hetaira lo encontremos en las geishas japonesas: mujeres, en su mayoría extranjeras, instruidas en las artes; pero que en el caso de la hetairas, no solamente incluía conocimientos en la danza o el baile sino también en filosofía, ciencia y oratoria. 

El gran orador ateniense, Demóstenes, dijo sobre estas mujeres lo siguiente:
“Tenemos a las heteras para el placer, a las pallakae (concubinas) para que se hagan cargo de nuestras necesidades corporales diarias y a las gynaekes (esposas) para que nos traigan hijos legítimos y para que sean fieles guardianes de nuestros hogares…”
Demóstenes señala los diversos “estratos” femeninos dentro de la sociedad cretense. Vale la pena destacar que el término hetaira es muy diferente al concepto de pornê o prostituta; y a su vez, muy distinto al concepto de amante o esposa. Por lo tanto, podemos suponer que su papel entro de la sociedad ateniense era muy distinta a las obligaciones "corporales" o "familiares".
A menudo, las hetairas compartían con destacados personajes de la Grecia Antigua, entre ellos gobernantes y filósofos. Una Hetaira (o una sacerdotisa, o ambas) fue quien enseñó a Sócrates  el concepto del amor que pasaría a la posteridad en el Banquete de Platón. Su nombre, Diótima, y es ella a quien le debemos el acercamiento más descarnado a lo que significa el amor: un daimon, hijo de Poros (la oportunidad o riqueza) y Penia (la pobreza), cuyas acciones se desarrollan entre lo divino y lo mundano.
Pero no sólo este nombre inscrito en el mundo de las Hetairas. Aspasia de Mileto, hermosa extranjera que conquistó con su educación, talento y belleza los sueños de Pericles. Su conocimiento, inteligencia y dominio en la oratoria fue tan destacado que hay quienes la consideran instructora de Pericles en oratoria. Pero como las hetairas (y el conocimiento) jamás fueron (ni serán) bien vistas, a Aspasia la acusaron de instigar a la guerra contra Samos, por lo que fue llevada a juicio, del cual salió airosa después de la magistral defensa de Pericles.
Aspasia era una mujer inteligente, seductora y astuta; fue maestra de Platón, amiga de Sócrates y de Anáxagoras; amante y esposa (a pesar de que él mismo había prohibido a las extranjeras ocupar esta distinción) de Pericles; admirada por unos, retractada por otros; símbolo del poderío femenino que va más allá de la instrucción o la belleza. Un poder que abarca la dualidad sombría y luminosa de la naturaleza humana. Mezcla de lo divino y lo terrenal, al que pocos se atreven a enfrentar. Lo más curioso es que ofenderla y humillarla, la llamaron públicamente: HETAIRA. Término que jamás consideró ofensivo sino todo lo contrario: ser una hetaira significaba ser libre y pensar por sí misma ¿Cuántos pueden decir lo mismo?


Nota: Para más información:

06 octubre 2007

Reapertura

¡Ya no más! son suficientes las vacaciones de este "cuerpo decadente". Necesario es escribir, ser libre...
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¿qué ves al otro lado de la puerta?