26 diciembre 2008

Despidiendo el 2008

Una “sencillita” para irnos desprendiendo del año y otros apegos…

21 diciembre 2008

Borrador …

Este post sólo durará un par de días ya que como su nombre lo indica es sólo eso: un borrador, un grito deforme que lleva consigo demonios propios y ajenos. Quizá alguien lo haga suyo ya que a final de cuentas nuestras historias son las mismas: un artículo caduco y elaborado en serie como producción del miedo (a lo que sea).
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Yo soy la don nadie; corrección: la doña nadie, soy aquella a quien el padre le negó el apellido, la que no tiene trabajo, sólo deudas; la que se compró un título nobiliario y ahora lo utiliza como papel sanitario. A quien llamaste puta, regalada, entregada, fácil y amargada, y lo peor es que llegué a creerlo. Soy la que no tiene sueldo fijo, la que para ti es señal de fracaso en su máxima expresión, quien se comió solo las verdes, la inmadura, la oveja negra.
Soy aquella que jamás fue popular en el colegio, la que se pasaba sola en los pasillos, la gorda, la fea, la flaca boba, la loca. Soy quien tu jamás quisiste que fueras, la diferente. La que pensaba por sí misma, la que leía, la que quería crecer para no ser como tu. Soy la madre soltera, la que perdiste la cuenta cuántas veces metió la pata, la que señalas con el dedo para reprobar, la que muchas veces hacía las cosas sólo con tal de que tener tu aprobación… para perderme en el camino.
No eres más que yo, ni tú, ni nadie, ni las leyes, ni las normas, ni la sociedad…. Me importa un bledo el qué dirán, lo que tu y toda tu especie piense. Acabé por moverme más por miedo que por mis piernas. Perdí sueños, vida, nostalgias. Queriendo ser alguien que no era.. y lloré.. y fracasé… y lo seguiré haciendo muchas veces, seguiré metiendo la pata, siendo una fracasada, una bruta, una doña nadie porque al final de cuentas sé que he vivido, y que en cada error que en cada tropiezo me encontré y aprendí a amarme como tu jamás lo harás.

18 diciembre 2008

Manual para Salvar el Odio

Cuando ella o él te dejen, no perdones, niégate a comprenderlo. Cultiva bien tu odio, nunca seas generoso en palabras o en olvido. Cuando ella o él te dejen, nunca digas adiós, o qué vamos a hacerle. Maldice cada letra de su nombre. Y júrale odio eterno mirándole a los ojos. Cuando ella o él te dejen, nunca creas ni justificaciones ni promesas y busca las palabras más hirientes, el insulto más infame que conozcas. Cuando ella o él te dejen, nunca juegues a ser Rick perdido en Casablanca. Provoca llanto, dolor, remordimientos y que el adiós te corte igual que una cuchilla. Porque cuando ella o él te dejan, habrá alguien tarde o temprano esperando en otra esquina y volverán a gozar en otros brazos y dirán "te amo". Y "ven, dámelo todo". Y olvidarán. ¿Para qué, entonces, mentir? Que ella o él se lleven -aunque dure bien poco- nuestro odio igual que una bandera. Para siempre
Felipe Benítez Reyes

14 diciembre 2008

Inaugurando puertos y cuerpos…

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Todo reencuentro, avance o reedición (también conocido como “refrito”) nos anuncia que en la próxima esquina nos cruzaremos con un conocido y, desgraciadamente, con la rutina; tal encuetro da paso a ese mal sabor de boca que nos dice que la novedad no es otra cosa que un disfrute pasajero. El tiempo y la seguridad nos lleva a suponer que “no hay nada nuevo bajo el sol”; mas en nuestro contexto, donde una imagen vale más que mil palabras y donde el usuario tiene poco tiempo para no ahogarse con el caudal de información que por este medio encontramos, volver a empezar no es retroceder sino un avance tremendo.

He de aclarar, que esta renovación de imagen obedece más a un decisión personal que a la obligación de gustar a quienes me leen. No piensen que soy engreída, sólo, digamos, que cumplo con la premisa de autosatisfacción que hasta ahora ustedes conocen.

Escribir no es un ejercicio fácil. Primero que nada, no ha de ser considerado un ejercicio ya que escribir por encima de todo es un arte. Arte al cual por cierto, la admiración me ha conducido a respetar hasta los límites del miedo. Para quienes deseamos hacer de este arte un medio y un fin, escribir supone horas de negligencia y bolitas de papel en algún rincón de la habitación. Que si el estilo, que si el mensaje está bien planteado, que nuestra intención es clara, que si la historia, que si los personajes, etc… nadie te dijo que fuera fácil y nadie te advirtió que esta profesión no es para mediocres. A menos de que seas un genio superdotado, y todos sabemos que son de edición limitada, escribir es un acto de disciplina y mucha pero mucha, transpiración. Aquí la genialidad no nace, aquí se hace.

Pero, a pesar de las horas de angustia y frustración, de pensar que eres una mierda con tu sintaxis y tu redacción, hay quienes osan decir que escribir es sencillo. ¡Muéranse todos!. Escribir jamás se me ha hecho fácil, ni siquiera un título. Las ansias de la pluma sólo pueden ser saciadas con sangre, mejor dicho, con tinta, así que nadie vuelva a decirme que es sencillo, ya que una cosa es lo que pienso y otra lo que escribo.

Por ello, calmadamente, declaro que este viaje vuelve a comenzar y acá las vísceras pienso dejar.